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Las tasas de las tarjetas de crédito en Argentina son hasta un 437% más altas que en Venezuela

El costo de financiarse con tarjeta en el país supera ampliamente al de la nación caribeña, donde el Banco Central fija un tope del 60% anual

El costo de financiar consumos con tarjetas de crédito en Argentina es hasta un 437% superior al de Venezuela, donde el Banco Central (BCV) impone límites estrictos a los intereses que los bancos pueden cobrar.

Mientras el BCV fija un tope del 60% anual para las operaciones con tarjeta de crédito —y una tasa efectiva anual (TEA) máxima del 79,59%—, en Argentina las principales entidades aplican tasas nominales anuales (TNA) que superan el 98%.

Por ejemplo, el BBVA cobra una TNA del 98,03% y una TEA del 163,85%, cifras que triplican los niveles máximos permitidos en Venezuela. La diferencia entre ambas naciones alcanza un 437,34% cuando se comparan las tasas efectivas.

Desregulación y presión inflacionaria

En Argentina, la desregulación del mercado financiero permite que cada banco fije sus propias tasas de interés, aunque en la práctica se mueven en rangos similares para no perder competitividad.

Sin embargo, el contexto de alta inflacióninestabilidad macroeconómica y política monetaria restrictiva ha llevado el costo del crédito a niveles récord en la región.

Esto se traduce en un mayor endeudamiento de los usuarios y en una caída del poder adquisitivo, ya que quienes no pueden cancelar el total de su resumen enfrentan intereses que duplican el ritmo de los precios.

Una brecha que revela dos modelos opuestos

Mientras Venezuela mantiene un esquema de control estatal sobre las tasas de interés, con topes definidos por el BCV, Argentina opera bajo un sistema liberalizado, en el que el Banco Central (BCRA) no impone límites a las entidades financieras.

Esa diferencia de enfoque deja al descubierto dos modelos antagónicos: uno regulado y de crédito limitado, y otro liberalizado pero con costos de financiación muy altos, que castigan a los consumidores que dependen del crédito para sostener el consumo cotidiano.

Impacto en el bolsillo del consumidor

La consecuencia directa de este diferencial es que los usuarios argentinos pagan intereses más de cuatro veces superiores a los venezolanos si eligen financiar sus compras.

Según economistas consultados, esta situación reduce la capacidad de ahorro y consumo, y refuerza la dependencia del crédito a corto plazo, en un país donde las tasas superan la inflación proyectada anual.

El crédito en cuotas, que históricamente fue un motor de ventas y consumo interno, se ha convertido en un instrumento cada vez más costoso y limitado, afectando especialmente a los sectores medios y bajos del país.

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